En las prácticas y juegos sexuales de una pareja todo debe estar permitido, siempre que haya consenso entre las dos partes. Y es que estar siempre haciendo las mismas posturas, el mismo tipo de relación sexual una y otra vez, una y otra vez, no lleva a otra cosa que a la rutina y al aburrimiento absoluto por parte de ambos. Hemos de ir más allá, romper con esos tabúes que podamos tener y probar cosas nuevas y diferentes, para abrir nuestra a mente a nuevas fórmulas de pasión. La utilización de juguetes sexuales es cada vez más habitual no solo en particulares, sino también en parejas que quieren darle un nuevo tono a sus relaciones. Existen, como seguro que ya sabrás, un montón de juguetes diferentes, tanto para él como para ella, desde vibradores hasta anillos para el pene.

Pero también hay otros juguetes que pueden ser utilizados indistintamente por ellos y por ellas, como las esposas. Este tipo de artículo sexual tiene un uso muy diferente en su funcionalidad principal, pero ha sido traído al dormitorio para que realice esa función de una forma mucho más erótica y especial. El hecho de utilizar las esposas con nuestros amantes no solo denota confianza en ellos, sino también un puntito de búsqueda de sometimiento, de dejarnos a merced de la otra persona y de todo lo que nos quiera hacer. La confianza entre ambos debe ser total para llevar a cabo estos juegos y por supuesto, el consentimiento para utilizar las esposas debe ser claro, ya que de lo contrario podríamos estar incurriendo incluso en agresiones. Si lo tienes claro y quieres disfrutar con este juguete, pero todavía no lo has probado, sigue leyendo para conocer algunos consejos muy útiles.

Uno de los juguetes más usados en el bondage

La gente suele relacionar directamente el uso de las populares esposas en la cama con la práctica del sexo más duro, el bondage, etc… Esto no tiene porqué ser así, aunque es cierto que el matiz de sometimiento que dan las esposas a la persona que se las pone es indudable. Eso de quedarnos a merced de nuestro amante es una experiencia inolvidable, y tiene que ver también con esa búsqueda del sometimiento, de sentirnos más excitados en ese tipo de situaciones donde carecemos de cualquier tipo de control. Sin embargo, las esposas no causan un daño específico, a no ser que estén mal colocadas o demasiado apretadas. Es por eso que simplemente pueden ser una herramienta para imposibilidar el movimiento de la otra persona, pero no para hacerla pasar por una sesión bondage intensa.

Tal vez sea esto lo que ha popularizado tanto el  uso de las esposas en los juegos de cama, porque al fin y al cabo lo que se busca con ellas es conseguir el sometimiento total de la otra persona, simplemente para hacerla disfrutar, para llevarla por nuevos senderos de placer. La facilidad con la que se colocan también es otro motivo para su éxito, así como el propio hecho, ya comentado anteriormente, de que se puedan utilizar indistintamente para ellas y para ellos. De hecho, muchas parejas van cambiando el rol de dominante y sumiso, colocándose las esposas por turnos, para disfrutar de esa sensación y al menos probar lo que siente cuando estás entregado por completo a la otra persona. Es una emoción intensa y excitante para muchos, y esto ha hecho que su uso se popularice bastante, especialmente en los últimos tiempos.

Elegir las esposas correctas

No  es tan fácil como escoger las primeras esposas que veamos en la tienda online o en el sex shop del barrios. Debemos tener en cuenta su dureza, la composición de sus materiales, sus sistemas de seguridad, etc… Otro punto a tener muy en cuente es su medida, casi como una talla, para comprobar si podemos utilizarla con nuestra chica o con nuestro chico. Actualmente, la mayoría de esposas ya son de tamaño único, ajustable eso sí a través de un mecanismo de cierre. También será importante escoger una que tenga un par de mecanismos de seguridad para abrirse, no solo el de la llave, porque de lo contrario, por cualquier despiste o pérdida de la propia llave, nos podemos llevar un buen disgusto al utilizar estas esposas.

El uso de las esposas en la cama

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Una vez hayamos escogido las esposas perfectas para utilizarlas en nuestros juegos sexuales, lo primero que debemos tener es el consentimiento claro y explícito de ambas partes para utilizarlas, especialmente la persona que será atada a la cama. En cualquier momento deberíamos parar si esa persona se siente incómoda, dolorida o simplemente quiere parar con el juego. Esto es lo más importante de todo, ya que estamos depositando mucha confianza en la otra persona, y esos términos deben quedar totalmente claros. La utilización de esposas en la cama está sujeta, nunca mejor dicho, a tener un sitio donde poder colocarlas, que sea fuerte, un buen agarre para que la persona que las tenga no se pueda soltar, pero tampoco hacerse daño tirando de ellas.

La mayoría de parejas que utilizan este tipo de juguetes sexuales lo hacen dentro de una fantasía concreta. Esto alimenta mucho más el deseo y la pasión entre ambos. Por ejemplo, tomar papeles de policía y ladrón, o de rehén y de secuestrador incluso, metiéndonos dentro de esa fantasía para que el placer sea mucho más auténtico. Las posturas a llevar a cabo pueden ser muy variadas, porque no se trata solo de atar a la cama a la chica o al chico boca arriba, sino que se pueden probar otras muchas, como el ventilador, con ella de espaldas y el chico penetrándola por detrás, o el candelabro italiano, subiendo sus piernas sobre nuestros hombros para facilitar mucho más la penetración.

Precauciones a tener en cuenta

Utilizar esposas en la cama puede ser algo verdaderamente delicioso y atrevido para una pareja, pero está claro que se deben tomar ciertas precauciones, en el sentido de evitar que esas esposas provoquen un daño importante en las muñecas de la persona atada. Cierto margen de dolor puede ser asumible si estamos practicando bondage y sexo extremo, pero debemos tener cuidado sobre todo con no apretar demasiado la esposa a la muñeca, permitiendo que la circulación sea normal. De la misma forma, si podemos tener un par de juegos de llaves, por si acaso, mejor que mejor. Y es que si la llave es la única forma de abrir las esposas, lo vamos a tener complicado si por cualquier despiste se pierden.